Educador
Secretario de Educación de Miranda
Director de Escuela
Corredor
Montañista

martes, diciembre 13, 2005

Familia y escuela: ¿quién participa dónde?

¿Participa la familia en la escuela o participa la escuela en la familia? ¿quién participa dónde? La respuesta depende del rol de quien responda. Si usted está pensando como familia, tiene que pensar que es necesario participar en la escuela de sus hijos por usted puede aportar, sumar o motivar procesos que van a beneficiar lo que suceda en la escuela y por lo tanto beneficiarán a su hijo; es cierto que los docentes deben ejercer su liderazgo pedagógico y profesional en el proceso, pero la participación de los padres puede ser la diferencia en el éxito o el fracaso de la acción educativa. Pero si tomamos el lugar de la escuela es fundamental entender que los docentes están apoyando a una familia en el camino de educar a sus hijos y si bien los padres son los responsables últimos de la formación de cada niño, la escuela es el espacio en donde se acumulan experiencias y aprendizajes que hay que compartir y transmitir a las familias. El reto es que cada parte asuma su responsabilidad sin descuidar el rol del otro.

Siento que en Venezuela tenemos todavía un largo camino por recorrer en esta interrelación familia y escuela. Independientemente de la condición sociocultural de la familia, pareciera que en gran parte de nosotros estuviera arraigada la idea de que la responsabilidad de la educación debe delegarse en otro. Así le entregamos a nuestros hijos al Estado, a la Iglesia o al Profesor Tal para que ellos conduzcan el proceso educativo, como si la familia tuviese poco que ver con la formación académica. Hay un indicador, quizás un poco rebuscado, de esta concepción y es que los venezolanos en general sentimos que las escuelas deben ser fundadas o “paridas” por otros. Tenemos la idea de que alguien debe construirnos la escuela, así piensa la señora que habita en el barrio y también la que habita en la urbanización. Las escuelas son entendidas como instituciones engendradas por el otro, no por mi familia. Se la exige, se la busca, pero no se la funda. La familia en general no siente que la escuela es su responsabilidad.

Nuestras escuelas muchas veces también están lejos entender la relación con la familia. Siempre recordaré cuando una directora de escuela en un momento de frustración me dijo: “yo quisiera saber que se siente dirigir una escuela de niños huérfanos...”. Esa afirmación refleja lo distante que a veces estamos los docentes de las familias, las percibimos como obstáculos, nos olvidamos de que estamos educando a sus hijos. Nos encerramos en nuestras aulas y sentimos que somos autosuficientes.

Los perjudicados al final son los niños/alumnos porque lo que ellos necesitan es a una familia que asuma plenamente su rol formativo, que impulse todos los procesos necesarios para proveer a su descendencia de la educación necesaria para desarrollarse libre y plenamente, una familia que reconozca y valore el liderazgo pedagógico y profesional del docente, pero que no delegue la conducción última del proceso. Asimismo necesitamos escuelas que asuman su responsabilidad educadora a cabalidad, pero con canales abiertos a la comunicación y participación de la familia, directores que sueñen con escuelas participativas no cerradas