Educador
Secretario de Educación de Miranda
Director de Escuela
Corredor
Montañista

viernes, noviembre 04, 2016

Nuestras escuelas y los rostros de la crisis humanitaria: resultados de una encuesta

Pocas semanas antes de iniciar el año escolar compartimos en varias asambleas que éste sería el reinicio de clases más difícil de nuestra historia contemporánea, las circunstancias económicas y la conflictividad social así lo indicaban. Se alertaba sobre el posible abandono escolar por parte de niños de familias empobrecidas, o sobre la migración de alumnos del sector privado al público, como consecuencia de las altas mensualidades. Hoy queremos compartir un primer análisis del rostro de nuestras escuelas a un mes del inicio de clases.

La tercera semana de Octubre visitamos 198 escuelas estadales, distribuidas en todos los municipios mirandinos, escuelas grandes y pequeñas, rurales y urbanas, entrevistamos a sus directivos, a la maestra y a los alumnos de 6to grado. Les preguntamos sobre su situación personal y la de la escuela, queríamos saber si la crisis de alimentación se mantenía en términos similares a los que nos reportaron en el pasado mes de julio, o si las inscripciones o índices de asistencia se había modificado. Pudimos confirmar que las carencias se mantienen, pero un nuevo problema aparece con fuerza: el abandono escolar.

En promedio, la matrícula estudiantil en nuestras escuelas cayó en 9%, lo que significa que en Miranda más de 11 mil niños y adolescentes no se inscribieron en las escuelas este nuevo año escolar. Si proyectamos este índice a nivel nacional podríamos estar hablando de más de 500 mil nuevos excluidos. Y el problema no termina aquí, porque una cosa es inscribirse y otra muy distinta es asistir. Cuando le preguntamos a los directivos sobre los índices de asistencia, nos reportaron que solo estaba asistiendo el 58% de los estudiantes, es decir que el 42% no asiste regularmente a la escuela, hablamos de 50 mil inasistentes en Miranda y la cifra nacional superaría los 2,4 millones. 

Es cierto que algunas familias de colegios privados migraron al sector público, pero la migración más significativa ocurrió desde el sector público hacia la calle. Una verdadera catástrofe social.

Las razones del abandono escolar y de la inasistencia son múltiples. Para una familia que tiene que usar todos sus ingresos (literalmente todos) en alimentos y salud, es cuesta arriba pagar uniformes, libros y útiles. El costo del transporte y el disminuido parque de buses también dificulta enormemente la asistencia, asimismo los factores asociados a la alimentación siguen afectando a familias, niños y docentes. Niños que faltan por acompañar a sus padres a buscar comida (36%), niños que no van a la escuela si no funciona el programa de alimentación (16%), maestros que faltan a su trabajo por ir a buscar comida (65%) y las dificultades operativas que tiene el Programa de Alimentación escolar víctima de la escasez y la falta de presupuesto.

La situación de alimentación se mantiene a nivel de crisis humanitaria. El 4% de los niños reporta comer una vez al día y el 23% dos veces al día; mientras que el 3% de las maestras dice comer una vez al día y el 39% dos veces. El 43% de los alumnos dice acostarse a dormir con hambre y algo terrible es que el 81% ha sentido temor a quedarse sin comida en casa.

El otro factor que cada vez afecta más a las escuelas es la inseguridad. El 33% de los maestros reporta no sentirse seguro mientras está en la escuela, el 44% ha vivido algún hecho que atenta contra su seguridad, y cuando se le pregunta sobre los hechos, el 8% habla de enfrentamientos entre bandas, 10% ha vivido de cerca algún secuestro, el 23% tiene algún familiar o amigo asesinado y el 24% ha sido víctima de robos. Solo entre Julio y Octubre más de 110 escuelas han sido víctimas de hurtos importantes que las han privado de sus equipos de cocina, pedagogía y oficina.

Las medidas para atender esta situación son tan urgentes como difíciles, pues los niños, docentes y escuelas están sufriendo las consecuencias de un modelo político económico colapsado, sin embargo nosotros, los educadores, no podemos cruzarnos de brazos a observar o lamentar lo que acontece, estamos obligados a tomar todas las iniciativas y acciones que estén a nuestro alcance para recuperar los estudiantes que nos han abandonado y mantener a las escuelas como espacios de protección, desarrollo y aprendizaje de nuestros niños y adolescentes.


-->
Hay que eliminar las barreras de ingreso a la escuela, por pequeñas que sean. Tenemos que aceptar a nuestros alumnos sin uniforme, sin útiles y sin libros. Por duro que suene, mejor está un niño descalzo en la escuela que en la calle. Y no es suficiente con no exigir estas condiciones a los estudiantes y a sus familias, hay que ir a su búsqueda y encuentro, conversar el tema, porque la ausencia también tiene una dimensión de dignidad. No es fácil para una madre (ni para el niño) enviar a su hijo “incompleto” para la escuela, hay que hablar con ella, con los maestros, con los compañeros, explicar lo que sucede y promover la asistencia y el encuentro. Juntos tenemos más posibilidades de enfrentar y contener con éxito la crisis humanitaria desde nuestras escuelas.