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jueves, mayo 01, 2014

Maestros sin cargo, alumnos sin liceo y liceos sin docentes

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El Universal – 25/06/2013

El Secretario para el Progreso Educativo de Miranda cuestiona distorsión que ha ocurrido durante los tres últimos lustros en la carrera docente.
EL UNIVERSAL
martes 25 de junio de 2013  02:08 PM
Para el Secretario del Progreso Educativo de Miranda, Juan Maragall, en la actualidad el gremio docente ha sufrido las consecuencias de la falta de políticas públicas, para mejorar la educación en el país y respondió algunas interrogantes sobre el tema. Dijo que funcionarios de la Misión Sucre y algunos Jefes de Zonas Educativas han manifestado la necesidad de revisar, incluso cerrar la carreras de educación argumentando un exceso de docentes que no consiguen empleo. Por otra parte se dice que hay un déficit de docentes especialistas en bachillerato.

Dijo que en Miranda el escenario es distinto, ya que se premia la meritocracia y se  retomó la práctica de concursos para que los docentes opten por cargos titulares de acuerdo a sus conocimientos y preparación.

"Las políticas o prácticas en la carrera docente durante los 15 años de gobierno revolucionario, han conducido a Venezuela al caos en lo que a docentes se refiere. Para poner las cosas en orden tenemos primero que recordar que desde el año 98, en Venezuela no se realizan concursos de ingreso o ascenso a la carrera docente, así que todos los cargos han sido asignados por vías clientelares o político-partidistas. Hoy para conseguir trabajo como docente nacional tienes que ser amigo de alguien o estar inscrito en el PSUV. Más de 150 mil docentes son interinos (eso es el 40%) y en prácticamente todas las escuelas nacionales los directivos son puestos a dedo", explicó Maragall.

La expansión de la Misión Sucre y las Aldeas Universitarias ofrecen formación en educación sólo inicial e integral, con la promesa además de conseguirles luego un empleo. No hay cifras oficiales al respecto, pero en Lara estiman que hay más de 5 mil docentes buscando empleo, lo mismo pasa en Anzoátegui y en Miranda. Para hacerse una idea, nosotros en 2012 ofrecimos 39 cargos en concurso y se inscribieron más de 4mil personas. En lo que se refiere a docentes de inicial y primaria en el país hay un exceso de personas formadas que probablemente nunca consigan empleo como educadores. Este problema podría ser una oportunidad para proveer a las escuelas con las personas mejor preparadas a través de concursos de mérito y beneficiar a nuestros alumnos, pero ya está suficientemente claro que el Gobierno Central no cree en los méritos, lo ha manifestado y practicado durante 15 años, no 15 días, estamos hablando de 15 años.

"Hay déficit en bachillerato, es donde tenemos el problema más grave, porque se sumaron distintos elementos creando una ‘tormenta perfecta'. En primer lugar las zonas educativas desde hace años comenzaron a seleccionar docentes sólo egresados de misiones o universidades afectas, cerrando las puertas a egresados de pedagógicos y universidades autónomas, llegaron incluso a colocar carteles que decían ‘abstenerse egresados del pedagógico', esto desanimó a cualquiera que quisiera estudiar alguna especialidad en pedagógicos o universidades. Mientras el resto de Latinoamérica está buscando mecanismos para estimular el estudio de especialidades con becas o primas especiales de sueldo, nosotros aquí le cerramos las puertas a los pocos docentes especialistas que tenemos", señaló el pedagogo.

El segundo elemento de la tormenta es que para no dejar a los alumnos sin profesores se comenzaron a asignar docentes de inicial, integral u otras especialidades como profesores de bachillerato en áreas para las que no están preparados. "No es que los alumnos no tengan profesor, lo que pasa es que en muchos casos el profesor no es de la especialidad que enseña y cuando queramos corregir esta distorsión no puedes simplemente sacar al docente que está allí (sin hablar del impacto que esto tiene en la calidad de lo que estamos enseñando)", destacó el funcionario.

Y el último componente de la crisis de docentes de bachillerato -añadió- es que el Gobierno Central abandonó la construcción de liceos. Nosotros estimamos que Venezuela necesita cerca de mil  nuevos liceos para atender a los casi 800 mil adolescentes que están fuera de las escuelas y esto requeriría cerca de 50 mil nuevos docentes especialistas  para los próximos 10 años, que no se están formando ni están en ningún plan del Ministerio de Educación. Este es un reto que tiene que atenderse con el apoyo de todas las universidades (públicas, privadas, autónomas, experimentales, pro-gobierno, misiones, con todas), con un sentido de apertura, coordinación y trabajo en equipo que dista mucho de las prácticas del gobierno. ¿Quién puede imaginarse a los ministros de educación sentados en una mesa con gente de la Unefa, UBV, Universidad del Zulia, la UCAB, la Misión Sucre y el Pedagógico de Maturín, tratando francamente el tema y asignando los recursos necesarios? Yo no lo veo posible, hay demasiado sectarismo en el gobierno, que es a quien corresponde convocar y financiar.

Esta situación le explotó al gobierno en la cara y nos afectará a todos por varios años. Después de 15 años de políticas excluyentes y erradas en la carrera docente tenemos maestros sin cargo, alumnos sin liceo y liceos sin profesores. "Esto tenemos que cambiarlo, las políticas docentes del gobierno nacional nos metieron en un hoyo. Para que esto realmente tome un buen rumbo es fundamental unir esfuerzos en todas las instancias de gobierno y universidades (en su sentido más amplio) para fortalecer la carrera docente, construir nuevos espacios educativos y adecuar los que ya existen en verdaderos centros en los que se imparta educación de calidad, abandonando totalmente de las prácticas clientelares y sectarias  que han invadido nuestros planteles", dijo.

Aportes a Ley de Educación: quienes serán nuestros maestros?

 Publicado en Tal Cual - Julio 2009

En asuntos educativos hay pocos temas en los que se pueda encontrar tanto consenso. La experiencia de cualquiera que haya sido alumno, el sentido común de cualquier madre, padre o representante, el director de escuela más experimentado y las investigaciones internacionales sobre sistemas educativos exitosos coinciden en esto. Una buena educación depende de un buen maestro.

Es difícil opinar sobre un proyecto de ley cuyo texto no es de dominio público, sin embargo, dada la relación de dependencia que ha mostrado el legislativo del ejecutivo, es de esperar que las opiniones y especialmente las acciones del Ministro de Educación pueden marcar pautas en lo que aparecerá en él. Ante esta posibilidad, urge alertar.

Durante los últimos 9 años El Ministerio de Educación ha privilegiado los mecanismos de designación discrecional (a dedo) de cargos docentes, dejando a un lado los mecanismos institucionales establecidos en el Reglamento del Ejercicio

de la Profesión Docente, es decir no ha realizado concursos ni de ingreso ni de ascenso. Lo que ha resultado en una gigantesca cantidad de docentes suplentes (o interinos) y de directores encargados (todos de libre remoción). Esta práctica comienza a fabricarse su propio marco legal con las resoluciones 03 y 04 del MPPE en enero de este año y en el articulado de la nueva convención colectiva en donde establecen que para ser docente primero se debe ser suplente (o interino)... sin concursar, es decir sin verificar transparentemente si hay alguien más competente y mejor formado para ocupar ese cargo. Regresando así a la designación de docentes con criterios personalistas y/o político-partidistas.

Es cierto que incluyeron un proceso de evaluación del desempeño como insumo para la decisión (vale el aporte), pero la última palabra se toma en una oficina, a puertas cerradas y con criterios no verificables. Vieja práctica que ha mantenido a nuestra educación como una de las más deficientes de Latinoamérica. En 1991 cómo País comenzábamos a enseriarnos con el tema poniéndole coto a la discrecionalidad a través de los concursos. Ahora todo indica que estamos regresando a esas malas prácticas (malas para nuestros niños y adolescentes).

Los concursos no son el único mecanismo valido de asignación de cargos, pero si son la herramienta más transparente e institucional con la que contamos y no podemos darnos el lujo de desecharlos regresando al dedo como mecanismo para designar maestros. La calidad de nuestras escuelas está en juego y la posibilidad de que nuestros niños y adolescentes salgan de la pobreza se desvanece.

Nuestra constitución es clarísima en su artículo 104 al referirse a los docentes “… El ingreso, promoción y permanencia en el sistema educativo, serán establecidos por ley y responderá a criterios de evaluación de méritos, sin injerencia partidista o de otra naturaleza no académica”

Necesitamos una ley de educación que garantice mecanismos transparentes de ingreso como punto de partida para elevar en nivel de nuestros docentes. Para entonces atender el tema del estímulo y valoración del docente como servidor público, tema que requiere un desarrollo que excede esta oportunidad-

«Hemos perdido las instituciones que regulan las escuelas»

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Conversación con Juan Maragall, secretario de Educación de la Gobernación del estado Miranda
 Publicado por Revista DEBATES - IESA sep/2013
«Hemos perdido las instituciones que regulan las escuelas»

SUMARIO
Cualquier intento de consagrar la educación como mecanismo de superación social debe, de acuerdo con Juan Maragall, lograr tres objetivos: disminuir la tasa de exclusión escolar, recuperar la planta física de los planteles y contratar maestros por méritos profesionales y no por su afiliación política.

En una Venezuela reñida con las estadísticas, Juan Maragall confía en el poder de los números y los indicadores para determinar la extensión del terreno perdido o ganado en materia de políticas públicas. Tan pronto llegó a la Secretaría de Educación de la Gobernación de Miranda, en 2008, investigó la cantidad de estudiantes de tercer grado con deficiencias de alfabetización. El resultado reveló un número de espanto: treinta por ciento arrastra dificultades para la lectura y la comprensión de textos. Cinco años más tarde, ese porcentaje fue reducido a cinco.
El deseo de fotografiar los avances de la educación con los lentes de las estadísticas explica el hecho de que la Gobernación de Miranda sea el único organismo público venezolano que participa en las pruebas del Programa para la Evaluación Internacional de los Estudiantes (PISA, por sus siglas en inglés), aplicado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), que agrupa a los países más desarrollados del mundo.
Juan Maragall conversó con Ramón Piñango, Virgilio Armas, Rafael Jiménez Moreno y Abril García, de Debates IESA, acerca de su gestión al frente de la educación mirandina y de los problemas y las oportunidades de la educación en Venezuela.


Debates IESA: Antes de asumir en 2008 la Secretaría de Educación de Miranda, ¿había trabajado en el sector público?

Juan Maragall: Sí. En 1994 participé en el programa «Escuelas de excelencia», financiado por el Dividendo Voluntario para la Comunidad. Fue una iniciativa que se concentró en el mejoramiento de los planteles públicos de cinco estados del país. También trabajé con un proyecto educativo en Guatire, y durante diez años me desempeñé como director de un grupo de escuelas populares en la urbanización La Rosa. Allí, con mi equipo de trabajo, cumplimos el objetivo, a pesar de las limitaciones. En cuanto a mi experiencia en el sector educativo privado, fui uno de los fundadores del Colegio Integral El Ávila, donde además fui director por doce años. Durante esos años nunca dejé de interesarme en los problemas de la educación pública.

¿Cuántas escuelas tiene la Gobernación del estado Miranda?

Hay casi 700 escuelas que ofrecen desde primero hasta sexto grado. También tenemos un sistema de preescolares y sesenta liceos. Además, la Gobernación atiende las escuelas de educación especial, las escuelas de artes y oficios, y los centros de educación básica para adultos. La población estudiantil ya está llegando a los 147.000 alumnos.

Usted fue director de escuela tanto en el sector público como en el sector privado. ¿Mantuvo siempre un mismo enfoque de gestión?

No. Recuerdo que, desde la perspectiva psicológica, usé diferentes enfoques de motivación. A mis alumnos de las escuelas de Guatire les decía: «Tu futuro puede ser mejor que el de tus padres». Mientras que a mis estudiantes del Colegio Integral El Ávila les decía: «El éxito no se hereda, es un logro personal e individual; tú puedes venir de una familia exitosa, pero puedes ser un adulto fracasado si no pones de tu parte». Ambos comentarios, aparentemente contradictorios, coinciden en la importancia de la determinación personal para echar las bases del futuro.
Desde el punto de vista administrativo la función del director es similar: no encuentro tanta diferencia entre la escuela pública y la privada. Sin embargo, pienso que no es justo comparar a una escuela pública con un colegio como El Ávila, que cuenta con una gran cantidad de recursos logísticos y presupuestarios. La mayoría de las escuelas públicas del país trabajan en condiciones económicas muy adversas.
La educación pública tiene problemas crónicos de infraestructura. Todos los estudios confirman este señalamiento. En la Gobernación de Miranda, cuando redactábamos el Plan Estadal de Educación 2012-2016, convocamos más de 360 asambleas populares para conocer la opinión de los padres y representantes. Asistieron alrededor de 15 mil personas para hablar de las prioridades de sus escuelas. La mayor preocupación era la pésima infraestructura de la escuela pública. El segundo asunto en importancia fue la inseguridad en los planteles. En infraestructura estamos hablando de baños en buen estado, servicio de agua, luz eléctrica, techos impermeabilizados, patios amplios que permitan la práctica de deportes o de actividades de entretenimiento durante el recreo. Todos estos aspectos pueden considerarse necesidades básicas. Luego están otras aspiraciones que también son importantes: libros escolares en las bibliotecas de aula y acceso a computadoras y otros soportes informáticos. La tecnología es escasa en las escuelas públicas.

EDUCACIÓN PARA PROGRESAR

¿Por dónde comenzar a resolver la crisis de la educación pública?

Durante estos cinco años de gestión me he dedicado a pensar con seriedad y método sobre la educación pública, con énfasis en el desarrollo de un concepto sencillo que me sirva siempre de guía para tomar decisiones. En la Gobernación de Miranda la palabra clave es «progreso».
Para que en nuestro estado suceda el hecho educativo consideramos prioritario transmitir a todos los niveles la importancia de la palabra «progreso». ¿Qué entendemos por progresar? Básicamente, la posibilidad de que el estudiante pueda darse una vida mucho mejor que la vivida por sus padres. Es injusto que las condiciones socioeconómicas que marcaron el nacimiento de una persona determinen también el resto de su existencia.

¿Qué factores determinan que unas personas progresen y otras no?

El acceso a la educación es, sin duda, el mecanismo de inclusión social más efectivo de un Estado con vocación humanista. Para que un niño nacido en un sector popular tenga la oportunidad de progresar deben ocurrir tres cosas: que no deserte del sistema educativo, que estudie en una escuela con solvencia presupuestaria y sin problemas de infraestructura, y que cuente con buenos maestros.
En Venezuela hay muchos niños y jóvenes fuera de las escuelas y los liceos. Las cifras son alarmantes. Entre los tres y los doce años de edad, el país tiene alrededor de 250 mil muchachos que no van al colegio. La cosa empeora cuando se analiza el rango de edad entre 12 y 17 años, porque nos encontramos que las estadísticas proyectadas suben a un poco más de 800 mil muchachos. Hace poco el ministro Héctor Rodríguez dijo que había un millón de adolescentes fuera del sistema educativo.
En cuanto a los problemas crónicos de la infraestructura educativa la ministra de Educación, Maryann Hanson, ha expresado que se requieren 2.400 preescolares, 600 liceos y 400 nuevas escuelas. En la Gobernación de Miranda pensamos que lo óptimo sería que cada municipio tuviera tres liceos públicos. En nuestro país faltan planteles educativos y no se están construyendo. Los edificios existentes están en malas condiciones y la tasa de recuperación del programa escolar «Una gota de amor» no es suficientemente alta para revertir la tendencia al deterioro de la planta física. En el período de vacaciones solo pudieron repararse 800 planteles de un universo de 18 mil estructuras con problemas de servicios y recursos logísticos.
Con respecto a los maestros de calidad, el tercer vector del progreso educativo, el panorama también es sombrío. Para principios de la década de los noventa la institucionalidad democrática venezolana había conseguido importantes logros en el desafío de eliminar la práctica del clientelismo en la contratación de docentes. Un factor positivo de cambio fue la entrada en vigor de varias reformas legales; la más importante: el Reglamento para el Ejercicio de la Profesión Docente. Allí se establecía la figura de los concursos de credenciales, bien para el ingreso de los maestros, bien para el ascenso en el escalafón de cargos. Con la llegada del «proceso revolucionario» no solo se frenó la aplicación del reglamento, sino que se retomó el vicio del clientelismo político.
Desde 1998 los maestros y los profesores son contratados a dedo. Se calcula que la cantidad de educadores interinos no baja de 175 mil, cuarenta por ciento de la nómina del Ministerio. En Venezuela, históricamente, la carrera docente nunca ha gozado de prestigio. Pero ahora el descrédito se ha agudizado, porque para estar al frente de un salón de clases hay que tener un carnet del PSUV.
La política de contrataciones del Ministerio de Educación no le da prioridad al reclutamiento de buenos maestros. No contamos con mecanismos para adquirir los servicios de los mejores educadores. Esa es la verdad.

CRECE LA DESERCIÓN ESCOLAR

¿Hay datos estadísticos acerca de la calidad de la educación venezolana?

No existen estadísticas de alcance nacional y solo puedo hablar de mi experiencia en Miranda. Cuando ocupé mi cargo, en el año 2008, encontré que el treinta por ciento de nuestros alumnos de tercer grado no estaba alfabetizado. Algo muy grave, porque el tercer grado es una parte fundamental en los estudios de primaria. Hasta tercer grado se aprende a leer y a partir de cuarto grado de lee para aprender. Cuando un profesor no consolida la alfabetización del estudiante está sentando las bases para la deserción escolar. Es muy difícil que se vaya más allá del sexto grado, porque no están dadas las condiciones intelectuales para tener un bachillerato exitoso.
La calidad de la formación educativa de nuestros alumnos es un tema tabú. En Venezuela no se habla mucho de eso. La propaganda oficial pone el énfasis en el aumento de la cobertura; especialmente, en la educación universitaria. Pero, repito, faltan estadísticas. En la Gobernación de Miranda hemos venido trabajando para mejorar los indicadores. En la más reciente medición pudimos comprobar nuestros avances: la cantidad de alumnos de tercer grado no alfabetizados bajó al cinco por ciento.

¿Cómo es el sistema de evaluación aplicado en la Gobernación de Miranda?

Mi experiencia personal me indica que los maestros y los padres siempre reaccionan a las evaluaciones de calidad. En mayo de 2009 decidimos evaluar todas las escuelas de la Gobernación, en las áreas de lengua y matemática. Trazamos una línea base de rendimiento para tercer grado, sexto grado y tercer año de bachillerato. La primera prueba arrojó un promedio de cinco puntos sobre veinte en matemática y de siete sobre veinte en lenguaje. En la evaluación que hicimos en mayo de este año, en la que participaron alrededor de 147 mil alumnos, el promedio de matemática fue nueve puntos, mientras que el de lenguaje fue diez.

También participan en el proyecto PISA, el programa internacional de evaluación de estudiantes ideado por la OCDE…

Efectivamente. En el año 2010 la Gobernación de Miranda logró que noventa colegios privados y sesenta liceos públicos participaran en las pruebas del programa PISA: una evaluación que determina el rendimiento académico en ciencia, lenguaje y matemática de estudiantes de quince años de edad, sin importar el grado que estén cursando. Las pruebas confirmaron algunos datos. En el contexto latinoamericano, los estudiantes mirandinos salen bien evaluados; pero el rendimiento decae cuando se les compara con los alumnos de los países industrializados. El ochenta por ciento de nuestros jóvenes de quince años no tiene las competencias mínimas deseables en matemática; en los países desarrollados, en cambio, el 53% por ciento de los estudiantes sí las tienen.

ESCUELAS PÚBLICAS Y ESCUELAS PRIVADAS

¿Hay diferencias de rendimiento entre escuelas públicas y privadas?

Es muy importante la diferencia. Pero una de las cosas que más determina el rendimiento escolar, especialmente en países latinoamericanos, es la condición socioeconómica de los estudiantes. En Venezuela tendemos a agruparnos por grupos sociales en las escuelas y, muchas veces, al evaluar las escuelas privadas lo que se está evaluando es un grupo social más que al sector privado. Por ello no se puede afirmar que las escuelas privadas por ser privadas son muy buenas. Depende con qué se les compara. Las privadas en Miranda pueden parecer muy buenas si se les compara con las públicas de Miranda, pero los datos indican que su rendimiento está por debajo del promedio de las privadas de Latinoamérica.
En Venezuela tenemos el hábito de preguntarle a la gente en qué escuela estudió. Esa pregunta solo se hace en países donde puedes determinar el contexto social de la persona a partir del lugar donde estudió. En cambio, en la mayoría de los países del mundo desarrollado clases sociales diferentes se encuentran en la escuela. Nosotros estamos muy discriminados socialmente por escuelas; se trata de una autoselección por diversas razones, entre ellas la económica. Además, la gente tiende a agruparse con sus pares sociales en las escuelas.

LA EDUCACIÓN PÚBLICA SE ESTANCA

¿Qué sucede con la matrícula en las escuelas públicas y privadas?

Hay un dato curioso: la educación pública primaria en Venezuela tiende a estancarse. No es una desaceleración poblacional, como la ha querido hacer ver el gobierno, porque hoy tenemos, en todo el país, más niños de seis y siete años que los que teníamos hace una década. Sin embargo, hay menos niños en primer grado en escuelas públicas que los que había hace diez años. En cambio, la matrícula de la educación privada no ha parado de crecer.
Las escuelas privadas están recibiendo niños de todos los estratos sociales. Esto no es extraño, porque la esencia de la familia es buscar lo mejor para sus hijos. Si lo mejor lo da una escuela privada, la familia, en cuanto pueda, inscribe a sus niños en una escuela privada. Si lo mejor lo ofrece una escuela pública, la familia trata de conseguir cupo en la escuela pública. La familia está actuando bien, el que está fallando es el Estado.

¿Ustedes han tratado de atraer gente de clase media a las escuelas públicas?

Lo que sucede es que nuestras escuelas están en los sectores más lejanos y más pobres del estado, donde no vive la clase media. La mayoría de nuestras escuelas están en los Valles del Tuy y en las zonas más pobres de Petare, Guarenas, Guatire, Barlovento. Cuarenta por ciento de las escuelas de la Gobernación son rurales.

De la matrícula del estado Miranda, ¿qué porcentaje manejan ustedes?

Alrededor de una cuarta parte de los estudiante está en escuelas estadales. Miranda es un estado muy atípico, porque más de un tercio de la matrícula corresponde a la educación privada. Son escuelas de Baruta, Chacao, Sucre, Los Salias; eso no sucede en otros estados. El resto asiste a escuelas nacionales o municipales.

LA EDUCACIÓN COMO INVERSIÓN

¿Cuál considera su mayor logro?

Haber mejorado la calidad de nuestras escuelas, haber incrementado el rendimiento de nuestros alumnos y haber aumentado la cobertura, producto de una política de mejoramiento de los docentes, de inversión en infraestructura y de dotación de escuelas.
Nunca se había invertido más de veinte por ciento del presupuesto de la Gobernación de Miranda en educación. Cuando llegamos en 2008 lo aumentamos a la mitad. Además, logramos que setenta por ciento del presupuesto de inversión en infraestructura de la Gobernación se destinase a la educación. Por eso el rendimiento escolar aumentó en cinco años. Recuperamos los concursos de mérito, les dimos titularidad a más de tres mil maestros. Cuando llegamos, casi el cuarenta por ciento de los maestros que dependían de la Gobernación eran interinos o suplentes; hoy esos maestros son titulares.
Parte de nuestro presupuesto lo invertimos en darles útiles escolares y libros de primera calidad a los alumnos. También hicimos un gran esfuerzo en formación de maestros. El año escolar pasado 7.500 maestros —que son como setenta por ciento de nuestros maestros— pasaron por algún proceso de formación: cursos de alfabetización, de matemática, de compresión lectora y cursos de su especialidad.

¿Esas medidas se aplicaron sin resistencias?

Hubo varias dificultades. Sin duda hay una estructura habituada a repartir plazas clientelarmente y cuando llegas a asignar cargos por méritos hay algunos dolientes. Al principio, el argumento era que, si el maestro tenía un título, ¿por qué íbamos a evaluarlo? Nosotros respondíamos: «Efectivamente, hay muchos maestros con título, pero queremos ver cuáles son los mejores para nuestros alumnos». Hubo algunos intentos de sabotear los resultados de las pruebas, pero los primeros defensores eran los propios maestros que iban a tomarlas. Hoy todo maestro que entra a trabajar en la Gobernación, además de la evaluación de su currículo, tiene que aprobar una prueba de suficiencia mínima en su área de desempeño. También lo hicimos con los directores.

Además del esfuerzo para seleccionar a los mejores maestros y darles formación, ¿qué remuneración les ofrecen?

Nos hemos esforzado por mejorar la remuneración, pero no creo que esta sea el principal atractivo. Hoy cualquier patrono tiene graves problemas para remunerar bien, porque la inflación se come los salarios. Pagamos un poco mejor que el Ministerio, entre siete y doce por ciento más.

¿Los maestros quieren trabajar en la Gobernación de Miranda?

Muchos quieren ser maestros, contrariamente a lo que creen algunas personas, que piensan que es una carrera poco prestigiosa. Quizás lo sea desde el punto de vista del reconocimiento social, pero una cantidad muy importante de venezolanos ve en la carrera docente un empleo estable. Y para nosotros como empleadores este hecho es atractivo, porque tenemos de dónde seleccionar a los mejores maestros.
Si lográramos replicar la política de los concursos durante tres, cinco, ocho años, y además lo hiciéramos siempre en la misma época del año, podría llegar un momento en que la gente comience a decir: «Para ser maestro hay que estar preparado». Las mamás comenzarán a decir: «Veo que eres bueno para matemática, estoy seguro de que vas a conseguir un buen cargo como maestro» y la gente va a comenzar a animar a las personas a ser educadores. Eso no está sucediendo. En Miranda somos una excepción. Hoy, si alguien quiere tener un cargo de maestro, normalmente comienza a buscar a algún contacto, a llamar a quien lo pueda ayudar para conseguir el cargo, y no a emplear los mecanismos públicos de méritos. Eso es lo que tenemos que cambiar.

En los liceos dependientes de la Gobernación, ¿tienen los mismos problemas de los liceos públicos del resto del país? ¿Les faltan profesores de física, química y matemática?

Tenemos los mismos problemas que tiene todo el mundo. Normalmente, sí tenemos profesores. Lo que pasa es que algunas veces el profesor de física o química termina por ser un docente de otra especialidad o no está bien preparado. La gente se imagina que se va a encontrar a los muchachos sin profesor, pero en realidad no sucede así. Siempre hay alguien dando la clase. El problema reside en quién es esa persona. ¿Tiene la preparación para enseñar física o es una persona de ciencias sociales que enseña física?
El déficit de profesores de ciencias exactas tiene que ver con el hecho de que el gobierno decidió «bajarle el volumen» a los pedagógicos y a las escuelas de educación de las universidades. Se animaron, incluso, a pegar afiches en la Zona Educativa que decían que no se aceptaban egresados de tales escuelas o tales pedagógicos, para así darle prioridad a los egresados de la Misión Sucre, la Unefa y la Bolivariana. ¿Cuál es el resultado? Que tenemos muchos maestros en preescolar y en primaria sin cargos, porque la Misión Sucre tiene ya ocho o nueve años formando personas en dos años para ser docentes de preescolar o de primaria. Entonces, hay un exceso de personas formadas en esa área sin posibilidad de acceder a los cargos. Por ejemplo, en el estado Monagas los sindicatos denunciaron que había cinco mil maestros desempleados. En Miranda tenemos nueve mil personas como candidatos a maestros.
En resumen, hemos tenido un descontrol en la formación de maestros de primaria y preescolar, y hemos abandonado la formación de profesores para los liceos. Lo digo con un juego de palabras: tenemos maestros sin cargos, alumnos sin liceos y liceos sin profesores. ¿Cómo llegamos a esto? Por las erradas y erráticas políticas docentes. El gobierno anunció una «micromisión educativa» para formar profesores de bachillerato. Dicen que primero van a formar a los formadores de los profesores. ¡Pero si los formadores de los profesores están en las universidades y en los pedagógicos! El gobierno se niega a aceptar que existen las escuelas de educación y los pedagógicos, e insiste en resolver los problemas del país con misiones.

EDUCACIÓN SIN INSTITUCIONES

Las escuelas y los liceos públicos tienen graves problemas de desgobierno. Los directores no tienen autoridad, hay maestros con certificados de reposo sin que estén enfermos, maestros que se comportan de una manera cuando trabajan en una escuela pública y de otra cuando lo hacen en una privada. ¿Cómo es la situación en las escuelas de la Gobernación de Miranda?

No creo que sean problemas específicos de las escuelas. Son más bien problemas del Estado, porque nacen de la incapacidad de la administración central para hacer cumplir las leyes, para validar o no un reposo, para aplicar un procedimiento administrativo. Hay problemas gigantescos en nuestras escuelas que se deben a nuestras debilidades como administración pública. Con el actual gobierno se ha desinstitucionalizado mucho el Ministerio de Educación.
Creo que se han perdido todos los supervisores; toda la estructura media del Ministerio se perdió porque no se hacen concursos para supervisores. Cuando Aristóbulo Istúriz era ministro, se dieron cuenta de que los cambios que querían hacer se estrellaban contra aquellos funcionarios que habían sido maestros, coordinadores, directores y, después de 25 años de carrera, supervisores. Se encontraron con que no era fácil pasarles por encima a esos supervisores. Entonces en el Ministerio tomaron la decisión de no organizar más concursos para supervisores. Recuerdo cuando lo dijo el propio Aristóbulo Istúriz: «Vamos a esperar que los supervisores se jubilen o se mueran». Tienen catorce años con esta política y el resultado es que no hay supervisores de escuelas.

¿Y los supervisores itinerantes creados en los primeros años del gobierno de Chávez?
Esos supervisores los crearon cuando Maryann Hanson fue por primera vez viceministra de Educación. De esa época datan nuestras primeras peleas contra los intentos de acabar con la institucionalidad. Nos oponíamos al decreto 1.011 porque facultaba al Ministerio a nombrar a dedo a alguien como supervisor, cuando legalmente lo debía nombrar por concurso. Nos oponíamos porque un supervisor es alguien con una carrera, y quien ocupe esa plaza debe cumplir unos parámetros profesionales estrictos y había directores que aspiraban a ser supervisores.

¿Entonces no hay supervisores de escuelas?

No, no los hay. Esos supervisores que tenían cuatro o cinco escuelas bajo su responsabilidad, y a las que visitaban todos los meses, desaparecieron en Venezuela hace muchos años. Hemos perdido las instituciones que regulan las escuelas.