Conversando con algunos amigos especialistas en educación, concluíamos
que si la epidemia es como un aguacero, pronto, cuando la intensidad del agua amaine,
nos va a tocar dar clases bajo la
lluvia, porque no sabemos cuando va a escampar. Comparto algunas ideas acerca
de las razones por las que considero, no solo es necesario, sino posible
reabrir nuestra escuelas.
Venezuela recibe la pandemia estando ya en emergencia humanitaria
compleja. Desde 2015 dar clases es ya todo un reto. Luchamos para que “El día
de clases suceda”, venciendo las dificultades de escasez de alimentos,
transporte, salarios docentes miserables, inseguridad y carencias en los
hogares. En estas condiciones nos secuestró el covid19. Sin duda era necesario
el aislamiento y por lo tanto el cierre de las escuelas. Pero ¿hasta cuándo?
Se está hablando de la posibilidad de mantener las escuelas cerradas
hasta enero y me pregunto, ¿qué pasa si
en enero la epidemia mantiene niveles similares de riesgo para la población? ¿Seguiremos así hasta junio 2021 con el atraso
que eso significaría para nuestra población estudiantil? Pienso que, al igual
que muchos paises, nos toca prepararnos para reabrir las escuelas durante la
epidemia.
¿Por qué regresar durante la
epidemia?
Para la mayoría de los venezolanos, la escuela es el lugar donde “pueden
encontrar lo que no encuentran en su casa”. La escuela es la institución que les
permite, especialmente a los sectores más vulnerables, abrirse un camino en el
que su futuro no esté determinado por las condiciones familiares en las que
nace. Excluirlos de la escuela y regresarlos a su casa para que el aprendizaje
dependa de lo que sus padres puedan aportar, es marginarlos en su educación y cerrar
más aún sus oportunidades. Es cierto que en muchos casos los niños pueden
contar con el afecto y compromiso incondicional de sus padres. De hecho hemos
visto sacrificios impresionantes de madres y abuelos analfabetas que hacen todo
lo que está en sus manos por la educación de sus hijos o nietos. Pero no nos
engañemos, el acceso a la cultura universal, para la mayoría, solo está en la
escuela. En algún momento la balanza entre estar confinado por seguridad
sanitaria vs el impacto presente y futuro en el desarrollo de los niños y
adolescentes va a cambiar y como sociedad estamos obligados a construir una
ruta segura para el regreso a la escuela.
Recientemente leí en las redes un texto que se hizo viral que decía que
estábamos todos en la misma tormenta, pero no en el mismo barco. Me hacía
pensar que hay algunos estudiantes que permanecen en casa con condiciones y
recursos para el estudio, acompañamiento por parte de adultos formados y
comprometidos, seguimiento desde escuelas con recursos técnológicos y
profesionales altamente capacitados y también comprometidos. Mientras que la
grandísima mayoría de los venezolanos viven su aislamiento en barcos sin condiciones para el estudio, sin
espacio donde sentarse en casa (ni pensar en acceso a internet), con adultos,
llenos de afecto y compromiso, pero sin formación, lejos de sus escuelas,
incomunicados con sus docentes. Para la mayoría de nuestros estudiantes,
aislarse en casa es naufragar. A esto pueden sumarse los no pocos casos de
violencia familiar, abuso y estrés socioemocional que el confinamiento está
potenciando.
En un trabajo publicado hace unas semanas, los reconocidos economistas Psacharopoulos,
Patrinos, Collis y la venezolana Emiliana Vegas (2020) analizan el impacto de
excluir a los niños de las escuelas y presentan un modelo que sugiere que “la
pérdida en los aprendizajes durante la crisis sistémica extraordinaria
ocasionada por la Segunda Guerra Mundial sigue teniendo impactos negativos, 40
años más tarde, sobre la vida de quienes fueron estudiantes en esa época y no
pudieron asistir a la escuela. Además, el impacto del aprendizaje perdido no se
limita a nivel individual: aquellas sociedades que han cerrado su educación
hoy, cosecharán consecuencias significativas para toda la sociedad el día de
mañana”. Sus estimaciones acerca del impacto a mediano y largo plazo en los salarios
por la pérdida de clases son de grandes magnitudes. El Banco Mundial también
publicó estimaciones del impacto del cierre de las escuelas y estima un
retroceso general entre 0,3 y 0,9 años de escolaridad. También señala que la
combinación de estar fuera de la escuela y la pérdida de los ingresos
familiares dejan en situación vulnerable especialmente a las niñas exacervando
inequidades y exclusión.
No me corresponde opinar sobre el adecuado manejo sanitario de la
epidema. Pero creo oportuno agregar que en el Webinar “On safe school
operations” (UNESCO-UNICEF-World Bank series) del pasado 12 de junio, el Dr
Stefan Swartling Peterson, reconocido especialista en salud pública y pediatría,
mostraba que el covid19 es una enfermedad principalmente de adultos. Hay
evidencias de que los niños son menos propensos al contagio y a la transmisión
del virus. Adicionalmente, presentó estudios en Australia y Suiza (que tienen escuelas abiertas durante
el covid19) que muestran una baja tasa de contagio en escuelas y ninguna
diferencia en la tasa de contagio de docentes respecto a otras profesiones. El
Dr. Swartling Person compartió un interesante gráfico que se muestra a
continuación donde se observa que no puede asociarse la reapertura de escuelas
al incremento o descenso de casos de Covid. Y me quedé pensando ¿se justifica el sacrificio que están
haciendo nuestros niños? Es una pregunta honesta para la que no tengo una
respuesta aún.
¿Cuándo reabrir? ¿Después o
durante la pandemia?
Cuando se declaró la pandemia y la mayoría de los paises estableció
políticas de aislamiento, las autoridades educativas activaron estrategias para
garantizar el aprendizaje a distancia a la espera del cese de la epidemia. Las escuelas
solo reabrirían una vez terminada la pandemia y se atenderían los retos de
nivelación y remediación académica de los alumnos. La mayoría de los educadores
y sus alumnos se despidieron de la escuela pensando en reencontrarse “cuando
todo haya pasado”. La situación hoy ha cambiado. Las proyecciones de duración
de la epidemia se han extendido y los países ahora se enfrentan a la situación
de tener que estruturar planes para reabrir las escuelas durante la pandemia y
no cuando ella finalice. Es un reto totalmente distinto. Docentes y alumnos
tenemos que buscar la forma de reencontrarnos “aunque esto no haya terminado”.
¿Cómo reabrir las escuelas?
Todos estamos aprendiendo, no hay antecedentes ni investigaciones
suficientes para contar con certezas. En el corto plazo las posibilidades de que
todos regresen a la escuela son remotas. Sin embargo, todo indica que las
escuelas deben reabrir de manera progresiva y voluntaria. La gradualidad y la
negociación social serán la regla.
Organismos internacionales como UNESCO, OCHA y UNICEF, ONG’s como Save
The Children, bancos multilaterales como el Banco Mundial y el Banco
Interamericano de Desarrollo y centros de pensamiento independiente como el
Centro para el Desarrollo Global, han producido documentos orientadores para la
reapertura de escuelas, de forma segura, durante el covid, realizando
importantes esfuerzos por integrar los resultados de investigaciones con la
identificación de buenas prácticas. Al final dejo algunos links para los que
deseen profundizar en las estrategias y condiciones de reapertura.
Adelanto algunos puntos clave a ser considerados. La estrategia de
reapertura debe ser diseñada y ejecutada por un equipo de epidemiólogos y
educadores (no pueden actuar por separado) que evalúen y ponderen las implicaciones
sanitarias y educativas de la estrategia de reapertura y así lograr un balance
entre seguridad sanitaria y condiciones para la enseñanza y el aprendizaje.
Las condiciones para la reapertura pueden diferir de una escuela a otra
y no en todos los casos será procedente o viable reabrir. Esto implica que la
estrategia sea flexible para que unas escuelas o algunos grados reinicien,
mientras que otras deban postergarlo. Las escuelas rurales podrían tener
condiciones favorables para la reapertura (poco más del 40% de las escuelas del
país son rurales).
Los requerimientos de distanciamiento social e higiene implicarán que
solo una parte de los alumnos podría asistir cada día (probablemente menos de
la mitad) y los horarios deberán ser escalonados para evitar congestionamiento
en la entrada, salida y espacios comunes. Esto obligaría a una modalidad de estudio
semi-presencial, que requiere tener una estrategia clara de aprovechamiento del
tiempo en la escuela y apoyos adecuados para la continuidad del aprendizaje en
casa.
Adicionalmente, se requiere una evaluación de las condiciones de los
docentes y directivos en cada escuela. En algunos paises latinoamericanos, 23%
de los docentes y 41% de los directores se encuentran dentro de la población
vulnerable, pues tienen más de 60 años o condiciones de salud prexistentes. Esto
representa un reto importante para la reapertura.
Dentro de las estrategias de apertura podría ser necesario también determinar
y dar prioridad a unos grados sobre otros. Algunos países, por ejemplo,
reiniciaron con los alumnos que están culminando su bachillerato. Otros
priorizaron los alumnos de los primeros grados porque son quienes menos pueden
aprovechar el aprendizaje a distancia. Otros no comenzaron por grados sino que lo
hicieron por instituciones, iniciando por las escuelas rurales o por las
escuelas especiales. En síntesis, hay varias formas de reiniciar, nos
corresponde estructurar la nuestra.
Cualquiera que sea la estrategia debe diseñarse y ejecutarse en diálogo
y coordinación con docentes, padres y alumnos, con una política comunicacional
adecuada, atendiendo a las expectativas, dificultades y temores de cada actor.
Y finalmente, hay que decir que el plan requiere de recursos. La mayoría
de las escuelas requerirán inversiones para lograr mínimas condiciones
sanitarias seguras.
Lograr que nuestros estudiantes vuelvan a sus escuelas, aunque sea un
día a la semana y darles la posibilidad a los docentes de retomar el liderazgo
educativo, puede significar la diferencia entre el contacto con la cultura
universal y el aislamiento y la ignorancia para toda una generación.
Si como sociedad comprendemos y aceptamos las consecuencias negativas
que significa mantener fuera de las escuelas a los niños del presente,
entenderemos la importancia de reabrir las escuelas, a pesar de la magnitud de
los obstáulos y las profundas carencias económicas e institucionales de nuestro
país. Si tomamos la decisión de construir una ruta segura para la reactivación
escolar, estoy convencido de que podremos hacerlo. Pero hay que decidirse y actuar,
pues están en juego el porvenir y el bienestar de ésta y nuestras nuevas
generaciones.
Guía para el regreso seguro a la escuela. Oficina de las Naciones Unidas
de Coordinación de Asuntos Humanitarios https://reliefweb.int/report/world/safe-back-school-practitioner-s-guide
Planificando la reapertura de las escuelas y recuperación post covid19. Center for Global Development https://www.cgdev.org/publication/planning-school-reopening-and-recovery-after-covid-19
Estrategia de reapertura de escuelas durante durante covid19. Banco Interamericano de
Desarrollo https://publications.iadb.org/es/estrategias-de-reapertura-de-escuelas-durante-covid-19
Covid19 y el costo de cerrar las escuelas. Psacharopoulos, G.; Patrinos, H.; Collis, V. y
Vegas E. (2020) https://blogs.worldbank.org/es/education/el-costo-del-covid-19-ocasionado-por-el-cierre-de-escuelas
Escuelas en tiempos de covid19: aspectos de salud. Swartling, S en Safe school
operations (UNICEF) https://en.unesco.org/events/joint-unesco-unicef-world-bank-webinar-series-reopening-schools
Simulación del impacto potencial del cierre de las escuelas por covid19
en la escolaridad y el aprendizaje