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viernes, junio 19, 2020

Dar clases bajo la lluvia: elementos para construir una ruta y reabrir nuestras escuelas


Conversando con algunos amigos especialistas en educación, concluíamos que si la epidemia es como un aguacero, pronto, cuando la intensidad del agua amaine, nos va  a tocar dar clases bajo la lluvia, porque no sabemos cuando va a escampar. Comparto algunas ideas acerca de las razones por las que considero, no solo es necesario, sino posible reabrir nuestra escuelas.

Venezuela recibe la pandemia estando ya en emergencia humanitaria compleja. Desde 2015 dar clases es ya todo un reto. Luchamos para que “El día de clases suceda”, venciendo las dificultades de escasez de alimentos, transporte, salarios docentes miserables, inseguridad y carencias en los hogares. En estas condiciones nos secuestró el covid19. Sin duda era necesario el aislamiento y por lo tanto el cierre de las escuelas. Pero ¿hasta cuándo?

Se está hablando de la posibilidad de mantener las escuelas cerradas hasta enero y me pregunto,  ¿qué pasa si en enero la epidemia mantiene niveles similares de riesgo para la población?  ¿Seguiremos así hasta junio 2021 con el atraso que eso significaría para nuestra población estudiantil? Pienso que, al igual que muchos paises, nos toca prepararnos para reabrir las escuelas durante la epidemia.



¿Por qué regresar durante la epidemia?

Para la mayoría de los venezolanos, la escuela es el lugar donde “pueden encontrar lo que no encuentran en su casa”. La escuela es la institución que les permite, especialmente a los sectores más vulnerables, abrirse un camino en el que su futuro no esté determinado por las condiciones familiares en las que nace. Excluirlos de la escuela y regresarlos a su casa para que el aprendizaje dependa de lo que sus padres puedan aportar, es marginarlos en su educación y cerrar más aún sus oportunidades. Es cierto que en muchos casos los niños pueden contar con el afecto y compromiso incondicional de sus padres. De hecho hemos visto sacrificios impresionantes de madres y abuelos analfabetas que hacen todo lo que está en sus manos por la educación de sus hijos o nietos. Pero no nos engañemos, el acceso a la cultura universal, para la mayoría, solo está en la escuela. En algún momento la balanza entre estar confinado por seguridad sanitaria vs el impacto presente y futuro en el desarrollo de los niños y adolescentes va a cambiar y como sociedad estamos obligados a construir una ruta segura para el regreso a la escuela.

Recientemente leí en las redes un texto que se hizo viral que decía que estábamos todos en la misma tormenta, pero no en el mismo barco. Me hacía pensar que hay algunos estudiantes que permanecen en casa con condiciones y recursos para el estudio, acompañamiento por parte de adultos formados y comprometidos, seguimiento desde escuelas con recursos técnológicos y profesionales altamente capacitados y también comprometidos. Mientras que la grandísima mayoría de los venezolanos viven su aislamiento en barcos sin condiciones para el estudio, sin espacio donde sentarse en casa (ni pensar en acceso a internet), con adultos, llenos de afecto y compromiso, pero sin formación, lejos de sus escuelas, incomunicados con sus docentes. Para la mayoría de nuestros estudiantes, aislarse en casa es naufragar. A esto pueden sumarse los no pocos casos de violencia familiar, abuso y estrés socioemocional que el confinamiento está potenciando.

En un trabajo publicado hace unas semanas, los reconocidos economistas Psacharopoulos, Patrinos, Collis y la venezolana Emiliana Vegas (2020) analizan el impacto de excluir a los niños de las escuelas y presentan un modelo que sugiere que “la pérdida en los aprendizajes durante la crisis sistémica extraordinaria ocasionada por la Segunda Guerra Mundial sigue teniendo impactos negativos, 40 años más tarde, sobre la vida de quienes fueron estudiantes en esa época y no pudieron asistir a la escuela. Además, el impacto del aprendizaje perdido no se limita a nivel individual: aquellas sociedades que han cerrado su educación hoy, cosecharán consecuencias significativas para toda la sociedad el día de mañana”. Sus estimaciones acerca del impacto a mediano y largo plazo en los salarios por la pérdida de clases son de grandes magnitudes. El Banco Mundial también publicó estimaciones del impacto del cierre de las escuelas y estima un retroceso general entre 0,3 y 0,9 años de escolaridad. También señala que la combinación de estar fuera de la escuela y la pérdida de los ingresos familiares dejan en situación vulnerable especialmente a las niñas exacervando inequidades y exclusión.

No me corresponde opinar sobre el adecuado manejo sanitario de la epidema. Pero creo oportuno agregar que en el Webinar “On safe school operations” (UNESCO-UNICEF-World Bank series) del pasado 12 de junio, el Dr Stefan Swartling Peterson, reconocido especialista en salud pública y pediatría, mostraba que el covid19 es una enfermedad principalmente de adultos. Hay evidencias de que los niños son menos propensos al contagio y a la transmisión del virus. Adicionalmente, presentó estudios en Australia y  Suiza (que tienen escuelas abiertas durante el covid19) que muestran una baja tasa de contagio en escuelas y ninguna diferencia en la tasa de contagio de docentes respecto a otras profesiones. El Dr. Swartling Person compartió un interesante gráfico que se muestra a continuación donde se observa que no puede asociarse la reapertura de escuelas al incremento o descenso de casos de Covid. Y me quedé pensando ¿se justifica el sacrificio que están haciendo nuestros niños? Es una pregunta honesta para la que no tengo una respuesta aún.




¿Cuándo reabrir? ¿Después o durante la pandemia?

Cuando se declaró la pandemia y la mayoría de los paises estableció políticas de aislamiento, las autoridades educativas activaron estrategias para garantizar el aprendizaje a distancia a la espera del cese de la epidemia. Las escuelas solo reabrirían una vez terminada la pandemia y se atenderían los retos de nivelación y remediación académica de los alumnos. La mayoría de los educadores y sus alumnos se despidieron de la escuela pensando en reencontrarse “cuando todo haya pasado”. La situación hoy ha cambiado. Las proyecciones de duración de la epidemia se han extendido y los países ahora se enfrentan a la situación de tener que estruturar planes para reabrir las escuelas durante la pandemia y no cuando ella finalice. Es un reto totalmente distinto. Docentes y alumnos tenemos que buscar la forma de reencontrarnos “aunque esto no haya terminado”.


¿Cómo reabrir las escuelas?

Todos estamos aprendiendo, no hay antecedentes ni investigaciones suficientes para contar con certezas. En el corto plazo las posibilidades de que todos regresen a la escuela son remotas. Sin embargo, todo indica que las escuelas deben reabrir de manera progresiva y voluntaria. La gradualidad y la negociación social serán la regla.

Organismos internacionales como UNESCO, OCHA y UNICEF, ONG’s como Save The Children, bancos multilaterales como el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo y centros de pensamiento independiente como el Centro para el Desarrollo Global, han producido documentos orientadores para la reapertura de escuelas, de forma segura, durante el covid, realizando importantes esfuerzos por integrar los resultados de investigaciones con la identificación de buenas prácticas. Al final dejo algunos links para los que deseen profundizar en las estrategias y condiciones de reapertura.

Adelanto algunos puntos clave a ser considerados. La estrategia de reapertura debe ser diseñada y ejecutada por un equipo de epidemiólogos y educadores (no pueden actuar por separado) que evalúen y ponderen las implicaciones sanitarias y educativas de la estrategia de reapertura y así lograr un balance entre seguridad sanitaria y condiciones para la enseñanza y el aprendizaje.

Las condiciones para la reapertura pueden diferir de una escuela a otra y no en todos los casos será procedente o viable reabrir. Esto implica que la estrategia sea flexible para que unas escuelas o algunos grados reinicien, mientras que otras deban postergarlo. Las escuelas rurales podrían tener condiciones favorables para la reapertura (poco más del 40% de las escuelas del país son rurales).

Los requerimientos de distanciamiento social e higiene implicarán que solo una parte de los alumnos podría asistir cada día (probablemente menos de la mitad) y los horarios deberán ser escalonados para evitar congestionamiento en la entrada, salida y espacios comunes. Esto obligaría a una modalidad de estudio semi-presencial, que requiere tener una estrategia clara de aprovechamiento del tiempo en la escuela y apoyos adecuados para la continuidad del aprendizaje en casa.

Adicionalmente, se requiere una evaluación de las condiciones de los docentes y directivos en cada escuela. En algunos paises latinoamericanos, 23% de los docentes y 41% de los directores se encuentran dentro de la población vulnerable, pues tienen más de 60 años o condiciones de salud prexistentes. Esto representa un reto importante para la reapertura.

Dentro de las estrategias de apertura podría ser necesario también determinar y dar prioridad a unos grados sobre otros. Algunos países, por ejemplo, reiniciaron con los alumnos que están culminando su bachillerato. Otros priorizaron los alumnos de los primeros grados porque son quienes menos pueden aprovechar el aprendizaje a distancia. Otros no comenzaron por grados sino que lo hicieron por instituciones, iniciando por las escuelas rurales o por las escuelas especiales. En síntesis, hay varias formas de reiniciar, nos corresponde estructurar la nuestra.

Cualquiera que sea la estrategia debe diseñarse y ejecutarse en diálogo y coordinación con docentes, padres y alumnos, con una política comunicacional adecuada, atendiendo a las expectativas, dificultades y temores de cada actor.

Y finalmente, hay que decir que el plan requiere de recursos. La mayoría de las escuelas requerirán inversiones para lograr mínimas condiciones sanitarias seguras.

Lograr que nuestros estudiantes vuelvan a sus escuelas, aunque sea un día a la semana y darles la posibilidad a los docentes de retomar el liderazgo educativo, puede significar la diferencia entre el contacto con la cultura universal y el aislamiento y la ignorancia para toda una generación.

Si como sociedad comprendemos y aceptamos las consecuencias negativas que significa mantener fuera de las escuelas a los niños del presente, entenderemos la importancia de reabrir las escuelas, a pesar de la magnitud de los obstáulos y las profundas carencias económicas e institucionales de nuestro país. Si tomamos la decisión de construir una ruta segura para la reactivación escolar, estoy convencido de que podremos hacerlo. Pero hay que decidirse y actuar, pues están en juego el porvenir y el bienestar de ésta y nuestras nuevas generaciones.

Guía para el regreso seguro a la escuela. Oficina de las Naciones Unidas de Coordinación de Asuntos Humanitarios https://reliefweb.int/report/world/safe-back-school-practitioner-s-guide

Planificando la reapertura de las escuelas y recuperación post covid19. Center for Global Development https://www.cgdev.org/publication/planning-school-reopening-and-recovery-after-covid-19

Estrategia de reapertura de escuelas durante  durante covid19. Banco Interamericano de Desarrollo https://publications.iadb.org/es/estrategias-de-reapertura-de-escuelas-durante-covid-19

Covid19 y el costo de cerrar las escuelas.  Psacharopoulos, G.; Patrinos, H.; Collis, V. y Vegas E. (2020) https://blogs.worldbank.org/es/education/el-costo-del-covid-19-ocasionado-por-el-cierre-de-escuelas

Escuelas en tiempos de covid19: aspectos de salud. Swartling, S en Safe school operations (UNICEF) https://en.unesco.org/events/joint-unesco-unicef-world-bank-webinar-series-reopening-schools

Simulación del impacto potencial del cierre de las escuelas por covid19 en la escolaridad y el aprendizaje