Alerta sobre el nuevo
reglamento de ingreso a la docencia
Amigos de las escuelas, quiero alertar sobre la
trascendencia de un simple reglamento que está por aprobarse. El pasado lunes
19 de enero el MPPE presentó al País un proyecto de Reglamento de ingreso y
ascenso a la carrera docente, significa que se trata de establecer la forma
como Venezuela va decidir quién será y –lo más difícil- quién no será, maestro
por los siguientes 20 años. Estamos hablando de los criterios y la prácticas
gubernamentales que conformarán progresivamente un grupo de más 400.000
personas que educarán cada año a más de 8 millones de venezolanos.
Recordemos que lo que más defiende de la pobreza y abre
camino en la vida a una persona -independientemente de sus condiciones al nacer-
es una buena escuela y lo que más determina la calidad de una escuela son sus
maestros. Así que la forma como seleccionemos a nuestros maestros va a
determinar parte del futuro de nuestro País. El futuro de un país se
parece al presente de sus escuelas.
El hecho de que el MPPE lo haya presentado como proyecto e
invitado al País a opinar es un excelente punto de partida, lo celebramos y le
tomamos la palabra. En Miranda, desde 2009 hemos realizado concursos de ingreso
y ascenso por méritos académicos todos los años, incorporando como docentes
titulares a más de 3.600 docentes y ascendiendo a más de 560 directivos, por lo
que tenemos una experiencia que compartir.
Es necesario considerar muchos aspectos pero en esta
oportunidad nos referiremos solo a dos: Los derechos de los alumnos y lo
derechos de las personas que hoy trabajan en las escuelas. Un reglamento que no
comprenda estos dos puntos de partida tendrá pocas probabilidades de éxito.
Los derechos de los
alumnos
Seamos directos. El objetivo de un reglamento de ingreso y
ascenso es lograr que nuestros alumnos tengan ante sí al docente o al directivo
mejor preparado que el Estado pueda proveerle. El objetivo es servir al alumno
y garantizarle sus derechos a una educación de calidad. En otra palabras los
derechos de nuestros alumnos a una buena educación están por encima de los
derechos laborales de nosotros los adultos. Se dice fácil, pero en la práctica
los procesos de asignación de cargos rara vez consideran a los alumnos. En este
aspecto el reglamento tiene que ser claro en los considerandos y en
su articulado. Si no se incorpora la perspectiva del derecho del niño y el
adolescente, el reglamento se convierte entonces e un apéndice del contrato
colectivo y no en un instrumento al servicio de educación de calidad.
Los derechos de
quienes hoy trabajan
El 70% de los directivos y casi el 30% de los docentes que
hoy trabajan en el sector público, han sido designados de forma discrecional –a
dedo-, eso no significa que sean necesariamente docentes o directores
incapaces, pero tampoco podemos suponer que sean las personas adecuadas para el
cargo. Significa que estamos obligados a revisar la idoneidad de cada uno de
ellos a la luz de criterios académicos. Cabe recordar que nuestra constitución
cuando se refiere a la selección de docentes dice claramente “responderá a
criterios de evaluación de méritos, sin injerencia partidista o de otra
naturaleza no académica”. Así que uno de los retos más importante del nuevo
reglamento estará en sus disposiciones transitorias, pues –viendo a los ojos de
los suplentes, interinos y encargados- debe trazar una ruta para “transitar”
desde una escuela en la que la selección de docentes fue discrecional y
clientelizada hacia una escuela en donde sus docentes se seleccionen por mérito
y pensando en qué es lo mejor para los estudiantes. Si el reglamento no
establece esta ruta, será letra muerta y pasto de la discrecionalidad y el
clientelismo.