Educador
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Director de Escuela
Corredor
Montañista

jueves, agosto 13, 2015

Educar para el regreso

Cuando inicio clases con mis alumnos de postgrado en Gerencia de Proyectos Educativos necesito preguntarles no solo quiénes son, sino principalmente quiénes quieren llegar a ser. Hasta el 2013 las respuestas giraban en torno a ascender en su institución, desarrollar o fundar proyectos propios; hoy la situación ha cambiado drásticamente “ay profe, no pregunte eso, aquí todos nos vamos o nos queremos ir, cuándo empezamos a estudiar teníamos otras expectativas, pero la cosa cambió…”

La emigración masiva de nuestros jóvenes y la fuga de talento hacia otros países representa un reto no solo para el que emigra sino para todos los sectores de nuestra sociedad. Se habla de más de un millón de emigrantes recientes y algunas universidades reportan que promociones completas han salido del País. La realidad golpea en la cara a quienes hemos dedicado la vida a formar a nuevas generaciones. Nunca nos dedicamos a formar emigrantes, nuestra visión ha sido (y es) siempre formar para el desarrollo personal y la transformación de Venezuela.

No quiero entrar en el tema de irse o quedarse. Cuándo educas a alguien y le das alas para volar, la búsqueda de espacios de libertad es natural. Hay quienes sienten a Venezuela como un espacio infinito para soñar y hacer, hay quiénes se sienten atrapados. Cada quien decide.

En lo personal la emigración de mis alumnos me tiene desarmado, a pesar de que todas las señales indicaban que esto iba a suceder, tengo que confesar que “esa no la vi venir” me agarraron fuera de base. Ni en pesadillas se me ocurría pensar en la emigración. Toca aprender y buscar la forma de adaptarse para progresar.

La inacción del Gobierno ante esta situación me da náuseas (otra razón más para cambiarlo), pero no está permitido quedarse de brazos cruzados y los educadores tenemos que ajustar nuestras prácticas y desarrollar nuevas narrativas.

Cuando trabaje en Guatire estuve 10 años diciéndole a mis alumnos que el futuro podía ser mejor que el presente, que las condiciones en las que ellos nacieron o la falta de oportunidades de sus padres no tenían que determinar su futuro, que podían y tenían que soñar y trabajar para progresar. Me tocó luego trabajar en Caracas con los hijos de familias prósperas y estuve 10 años diciéndole a mis alumnos que el éxito no se hereda, que la realización es un logro personal. Puedes heredar la cartera o el modo de caminar, pero la construcción de un futuro personal y profesional depende de ti, de tu esfuerzo y de tus decisiones.

Aun no tengo una narrativa para esta nueva realidad (estamos obligados a construirla e invito a hacerlo) pero me animo a compartir algunas ideas inacabadas. Tenemos que educar con una visión de patria grande (inspirados en Padrón), el concepto de nación (población y territorio) tiene que inclinarse hacia la gente, no podemos hablar de los de aquí y los de afuera, tenemos que vernos todos dentro. Para el que se va, el que queda tiene que importar y el que se queda tiene que integrar a su realidad al que se va. Mientras que no logremos que todos estemos bien y tengamos calidad de vida nuestra Venezuela estará incompleta. Aprovechemos la globalización y la facilidad de comunicación para comprender que no hay mucha diferencia entre el que se va de Mérida para Maturín o el que se va de Maracaibo a Madrid, ambos son venezolanos que buscan oportunidades y viven lejos de su hogar. La internacionalización de los venezolanos puede ser una gran oportunidad, aprendamos de países como la India que aprovecharon el talento emigrado para transformar su economía. Pero sobre todo eduquemos para el regreso. Las alas que sirven para irse tienen que servir para regresar.

Juan Maragall

Agosto 2015