Educador
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Montañista

martes, abril 22, 2008

Consideraciones sobre el nuevo diseño curricular del sistema educativo bolivariano

Un marco para el análisis

¿Qué es un Curriculum Nacional?
En términos educativos y generales el currículo establece el perfil del alumno (fines) que se desea formar y las estrategias o programas (medios) para hacerlo. Cuando hablamos de un curriculum nacional nos referimos a la definición de ciudadano que un país desea formar y a la estructura general del sistema educativo, pensum de estudios y perfil de los docentes, entre otros aspectos.
Los países democráticos necesitan garantizar que todos los niños y adolescentes cuenten con una formación equivalente que les permita desarrollar sus potencialidades, incorporarse a la vida social y al mundo laboral en condiciones de igualdad de oportunidades. Para ello establecen un curriculum nacional que sirva de base, guía y límite para todas las acciones educativas de la sociedad como conjunto.

Las escuelas, los colegios y el Curriculum Nacional.
En Venezuela el curriculum nacional es de carácter obligatorio, sin embargo cada institución, según su proyecto educativo, recursos e iniciativa hace las adaptaciones y ajustes que considera necesarios o viables en su comunidad educativa particular. Para las instituciones de prestigio el curriculum nacional es “un piso” pero no el límite o el “techo” de sus acciones, no obstante en las escuelas menos favorecidas en recursos, generalmente el curriculum nacional es “el techo”. Por esta razón es crucial que un curriculum nacional cuente con los elementos fundamentales que todo ciudadano requiere para poder desarrollar sus potencialidades y tener una vida libre y digna.

Cambios curriculares nacionales, viabilidad e impacto
Venezuela ha realizado varios ajustes o cambios importantes en su curriculum nacional (ejm: Bachillerato en el (1983), Preescolar (1986 y 2005), Básica 1997) La implantación de estos cambios siempre ha representado una tarea de muy difícil gestión. La inercia del sistema educativo, la poca inversión de recursos para hacerlo y la incompetencia frecuente de los funcionarios que la impulsan han conducido a fracasos o éxitos muy moderados. La extensión de la educación primaria (6 años) a una básica de nueve años que incrementara el número de años promedio de estudio del venezolano y diera mayor pertinencia a los estudios de los primeros años de la secundaria fracasó; a pesar de contar con un consenso nacional importante y enmarcarse en tendencias internacionales promovidas por la UNESCO. Quizás la propuesta curricular para el preescolar (1985) sí logró crear una cultura escolar (filosofía y metodología) adaptada al niño y centrada en los procesos de desarrollo, sin embargo no resolvió los gravísimos problemas de cobertura. La propuesta que actualmente está impulsando el gobierno no está exenta de estas dificultades. En este sentido es importante diferencias los cuestionamientos y críticas a las que está siendo sometido. Los aspectos más graves e inaceptables de la propuesta no pueden confundirse con dificultades propias de una implementación.

Componentes generales de un curriculum: fines y medios
Como señalamos anteriormente un curriculum está integrado por dos componentes básicos: Los fines (para qué) y Los medios para alcanzarlo (cómo). La discusión y análisis de la propuesta debe identificar claramente estos componentes, pues lo relacionado a los fines se enmarca dentro de las discusiones ideológicas, políticas y de filosofía de la educación. En este campo hay espacio para prácticamente cualquier posición. Es el aspecto más difícil de resolver y en el que el gobierno ha mostrado menor interés en conciliar. Todo indica que el gobierno tiene una visión de país, de sociedad, de la economía y quiere imponerla en la propuesta.
En el componente curricular relacionado a los medios, es mandatario incorporar todos los aportes, avances y experiencia del mundo de la pedagogía y gestión educativa. En este sentido las metodologías de enseñanza de la lengua, las ciencias o la matemática, la secuencia y pertinencia de los contenidos deben estructurarse bajo una adecuada orientación técnico/pedagógica. Definitivamente no es conveniente mezclar las perspectivas, bien rechazando conocimientos pedagógicos prácticos y útiles en nombre de la ideología o imponer enfoques ideológicos bajo la capa de soluciones técnicas. El gobierno –aparentemente- quiere redefinir el concepto de calidad en relación a sus fines con un discurso social, pero en el camino están echando por tierra una serie de logros curriculares, técnicos y pedagógicos que nos han constado mucho alcanzar como país.

Coordenadas para ubicar una propuesta curricular según sus fines.
Es particularmente útil, a efectos de análisis y discusión de la propuesta, traer a colación a Henry Levin (1991) cuando propone que el debate social sobre los fines de la educación se mueve fundamentalmente sobre dos ejes. Uno va desde la libertad hasta la cohesión social y el otro desde la eficiencia hasta la equidad. La libertad alude a la posibilidad de elección de centros escolares, de curriculum, de docentes, de alumnos… la cohesión en cambio se refiere a proporcionar a todos los alumnos una experiencia común en cuanto a valores, currículo, socialización. La eficiencia se refiere al rendimiento del sistema en relación a recursos, premiación del mejor, mejor relación costo-beneficio… la equidad significa igualdad de distribución de recursos, oportunidades y beneficios, sin discriminación por sexo, clase social, nivel económico, posición política, cultura o capacidad personal.
Levin señala que “una política de corte social perseguirá equidad y cohesión social, mientras que una más liberal dará prioridad al ejercicio de la libertad y a la eficiencia… lo ideal sería un equilibrio de tensión entre estos cuatro polos”
La propuesta curricular del gobierno más que incorporar a los fines de la educación venezolana una posición orientada a lo social que permitiera el desarrollo de una sociedad productiva y justa, pareciera estar ubicándose en un extremo en el que estaríamos sacrificando niveles de libertad importantes y desaprovechando los espacios de eficiencia ya obtenidos.

Necesitamos un curriculum que cohesione a la sociedad venezolana: “con mis hijos no te metas” vs “ocúpate de mis hijos”
De manera lúcida el Padre Ugalde ha afirmado que en lo que se refiere a las necesidades educativas existen dos venezuelas. Hay un sector que cuenta con los recursos para proveerse de una educación que responda a sus expectativas, con claridad en cuanto al futuro y carrera deseable para sus hijos, que cuando el gobierno se interpone en su camino aparece el “con mis hijos no te metas”. Otro sector tiene serias dificultades (o simplemente ninguna posibilidad) para proveer a sus hijos de una educación que les sirva de base para incorporarse exitosamente a la sociedad y convertirse en personas exitosas y productivas, este sector necesita que el Estado les apoye y garantice el acceso a la educación, su expectativa es “ocúpate de mis hijos”. Un curriculum nacional tiene que ser capaz de integrar a todos los sectores de la sociedad, compensar las carencias y desarrollar las posibilidades de cada venezolano. Para ello tiene que hacerse una propuesta -tanto en los fines como en los medios- que permita lograr equidad sin perder eficiencia, garantizar cohesión sin perder libertad. Que ningún niño venezolano sea abandonado y que ningún niño venezolano sea coartado.
La pertinencia de un curriculum no se mide por el número de personas consultadas sino por su capacidad de integrar a todos los miembros de una sociedad en torno a un proyecto de país compartido.

Manejo político/partidista del tema: un pésimo escenario para repensar nuestro curriculum nacional
Los principales actores políticos del gobierno y muchos de oposición están haciendo un manejo político/partidista del tema. El gobierno de manera ambigua -según la conveniencia del momento- habla de proceso de implantación, formación de miles de docentes, modifica la estructura orgánica del ministerio para adecuarla a nuevo diseño curricular y por otra parte habla de proceso de diálogo, solicitan opiniones, abren la posibilidad de una gran consulta nacional, hablan de un referéndum. De igual modo, algunos actores políticos de oposición que nunca han tenido los temas educativos en su agenda, ahora aparecen declarando o en cuanto foro se organiza.
La modificación del curriculum nacional requiere de un gobierno coherente y hábil para generar consensos y apoyos en un país signado por la polarización y de una oposición dispuesta a reconocer la necesidad de hacer cambios en el curriculum, proponer de manera firme y constructiva elementos para integrarlo y participar en o construir espacios para el diálogo.
La implantación y discusión de un diseño curricular nacional en un clima político/partidizado inevitablemente conducirá al país hacia un fracaso. La educación es un área en la que no podemos permitirnos seguir fracasando.